Los trabajadores de la prensa de La Paz son los únicos del país que no se han plegado con fuerza a las protestas que mantienen sus colegas desde hace dos semanas en el resto del país. En la sede de Gobierno están los dos únicos diarios que no se adhirieron a las “portadas en blanco” que decidieron los miembros de la ANP para rechazar la aprobación de la ley mordaza, disfrazada de antirracista. En uno de aquellos periódicos, los reporteros y editores denunciaron censura de sus jefes que responden a directrices del Gobierno y paralizaron sus actividades durante algunas horas. Pese al miedo, al amedrentamiento y a lo difícil que se ha puesto ejercer el “mejor oficio del mundo” en La Paz, muchos periodistas de esa ciudad se dieron modos hace unos días para autoconvocarse a una marcha y no les fue nada mal. Lo hicieron a través del Facebook y del Twitter, redes sociales informáticas que les sirvieron a los chinos para enterarse que Lui Xiaobo había ganado el Premio Nobel de la Paz, porque los medios tradicionales fueron censurados por el régimen comunista. El año pasado, los iraníes usaron las mismas herramientas tecnológicas para manifestarse contra el autócrata Mahmud Ahmadinejad reelecto a través de un fraude vergonzoso.Ayer se leía en algunos medios del país, que diarios, canales de televisión y portales de internet, han comenzado a tomar sus precauciones para evitar el cierre, supuestamente por difundir contenidos racistas. Los noticieros van a eliminar prácticamente las transmisiones en vivo y los contenidos serán revisados previamente por abogados y expertos, que seguramente recomendarán afilar la “tijera”, para prevenir cualquier complicación. Los diarios digitales ya no tendrán espacios para comentarios de los lectores y muchas opiniones de columnistas probablemente sean eliminadas oficiosamente, ante el temor de que hayan ojos que estén esperando el menor traspié para hincar el diente. “Cortar por lo sano”, será el lema que aplicarán desde ahora muchos editores, jefes de prensa y directores, lo que equivale a niveles inadmisibles de autocensura. El miedo, en lugar del buen criterio y la ética que siempre han estado presentes en las salas de redacción, será desde hoy el principal consejero de los periodistas, tal como se ha podido constatar en las declaraciones de algunos de ellos.Ayer comenzó en La Paz la discusión sobre el reglamento de la Ley contra el racismo, procedimiento que constitucionalmente está reservado al Poder Legislativo. Representantes de dos ministerios y líderes de movimientos sociales afines al Gobierno se sentaron alrededor de una mesa a elucubrar los métodos que se usarán para aplicar esta norma, cuyo objetivo central no es sólo acallar periodistas y cerrar medios de comunicación, sino instaurar en Bolivia “la voz única y autorizada”, alrededor de la cual, un grupo de vigías de “la verdad” actuarán para determinar quiénes deben ir o no a la hoguera. Serán los nuevos talibanes, que en lugar de un libro sagrado que usan algunos fanáticos para apedrear, mutilar mujeres y ahorcar, tendrán a su disposición el pretexto del racismo y una ley tan amplia como ambigua, para cerrarle el paso a la libre circulación de ideas. Serán los nuevos talibanes, que tendrán el pretexto de la ley contra el racismo para cerrarle el paso a la libre circulación de ideas.(El texto es de El Dia, el título es nuestro)
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