Reproducimos textualmente la crónica de Granma Internacional de la fecha:
El padre liberó a Bosch, el hijo soltó a Posada. La Administración de George W. Busch dio luz verde este jueves a los servicios federales de inmigración (ICE), para que se quedaran de brazos cruzados, dejando a Luis Posada Carriles en libertad condicional, de la misma forma que George Bush, años atrás, había autorizado la liberación de Orlando Bosch bajo condiciones que nunca respetó. Bush aprovecho el tremendo impacto en el sistema informativo de Estados Unidos de la tragedia ocurrida en la Universidad Tecnológica de Virginia para liberar al terrorista más peligroso del continente sin que la prensa “libre” le de atención.
Posada salió en libertad tras cumplir con los requisitos impuestos por la jueza Kathleen Cardone, de El Paso, Texas, a las 14:00 GMT, acompañado por los abogados mafiosos Arturo Hernández y Felipe Millán.
Según las agencias, que se conforman con llamar al terrorista “el militante anticastrista”, Millán dijo que "las autoridades migratorias decidieron no retenerlo".
En un escenario ya listo, como lo fue su escandalosa liberación de una cárcel de Panamá, el viejo asesino, torturador y experto en explosivos de la CIA, salió del tribunal de El Paso “sin el uniforme carcelario, vestía un traje beige y blanco, con camisa marrón”.
Posada, detenido en Estados Unidos desde mayo del 2005, dos meses después de su entrada ilegal en el país a bordo del barco Santrina, de su socio Santiago Álvarez-Magriña, será juzgado en mayo bajo la insignificante acusación de mentir en su solicitud de la ciudadanía estadounidense.
Posada viajó el jueves a Miami “para reunirse con su esposa y dos hijos”, afirman las agencias sin precisar que una comitiva de capos mafiosos estaba esperando su llegada.
Posada Carriles permanecerá en Miami hasta el próximo 11 de mayo, fecha en que se iniciará su juicio por un delito que resulta, en la mayoría de los casos, con condenas a unos meses de cárcel que ya cumplió.
La Administración Bush, de manera evidente, ya escogió evitar a su agente cualquier acusación que tenga que ver con su responsabilidad en la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976, que causó 73 muertos.
El cínico guión observado por los Bush en el caso de Posada es semejante a el que permite hoy a Orlando Bosch, su cómplice en ese horroroso atentado, seguir viviendo en total impunidad en su bungalow de Miami.
Después de un intrincado e interminable proceso ante un tribunal de inmigración y una campaña a su favor lidereada por la hoy congresista Ileana Ros-Lehtinen y su director de campaña, Jeb Bush, el entonces presidente George Bush padre obligó a la corte a ponerlo en libertad bajo condiciones.
El juez federal William Hoeveler emitió entonces tres páginas de condiciones estrictas para que Bosch pudiera quedarse en territorio norteamericano, temporalmente, hasta que se le encontrara una tierra de asilo (observe la similitud con el caso Posada).
Como condición adicional, Bosch tenía que jurar explícitamente abstenerse de involucrarse en actos de violencia. Y lo juró ante la corte.
Sin embargo, una vez libre, Bosch ironizó y calificó aquel compromiso solemne de “farsa” y de “ridículo” añadiendo con grotesca ironía: "Compraron la cadena pero no tienen el mono".
Bosch se encuentra libre predicando el terror desde el 20 de julio de 1990.
George Herbert Walter Bush, quien ocupaba la dirección de la CIA cuando explotó el avión cubano que Bosch y Posada mandaron a derribar.
No hay duda alguna: la deuda de los Bush hacia la mafia terrorista es
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