Mauricio Aira
Cuando estalló la Revolución de Abril el cronista tenía 14 años como estudiante interno del Don Bosco en Sucre. Las luchas libradas en Villa Victoria por humildes obreros enfrentados a soldados “de la rosca” para referirnos al superpoder minero-feudal que gobernaba Bolivia desde la Patiño Mines, los que combatieron durante cuatro días sin parar a varios regimientos que bajaban de El Alto hasta los barrios fabriles y los bosquecillos aledaños donde el cuerpo de carabineros ofreció su apoyo humano y logístico a los revolucionarios que jamás habrían vencido de no contar con el decisivo apoyo de los mineros de Juan Lechín que llegaron de Catavi, Siglo XX, San José, Huanuni, de las montañas de La Paz, para sellar la victoria eran episodios que conocimos mucho tiempo después. Aquello sucedió, como alguno diría con acierto “para hacer avanzar la historia.
Para reemplazar lo viejo con lo nuevo, para lograr el paso de la colonia a la Nación, para destruír al feudalismo y acceder a la democracia”. El proceso necesitaba líderes y un jefe que fue ni duda cabe Victor Paz Estenssoro y los primeros Hernán Siles, Juan Lechín, Walter Guevara.
A los pocos años cayó en mis manos un hermoso trazo de Fernando Díez de Medina “una flor perdida entre las nieves” para describir en forma de leyenda la aparición del MNR el instrumento que usaría la historia para lograr el cambio, para transformarse en pueblo y tomar las calles, arrebatando los fusiles de manos de los soldados y protagonizando la insurrección popular, que contó en sus filas a militares progresistas que habían tomado el poder con el Mayor Villarroel agrupados en una logia radical “razón de Patria” (Radepa). Aquella victoria que derrocó el viejo molde buscó cambiar las estructuras de semicolonia en República soberana terminar con el feudalismo y establecer para siempre jamás la democracia.
Para llevar a buen término la monumental tarea la historia escogió a Victor Paz de temple de acero, de una voluntad a toda prueba, de clara inteligencia, sobrio y honesto que si bien utilizó al menos en una primera época sistemas de dura represión contra aquellos que no querían el cambio o que se vieron afectados por el nuevo estado de cosas. A 60 años de aquel suceso, y cuando Victor Paz habría cumplido 100 años de vida, se puede vislumbrar las luces y sombras de su paso por el poder, resultando imposible olvidar las cualidades que descatan sus biográfos y que propios y extranos reconocen y comparan con los tiempos modernos.
De aquellas lecturas de Pachakuti, que idealizaban la Revolución de Abril, el paso de los años y la extraordinaria mutación del pueblo boliviano nos llevan al convencimiento de pautar estos apuntes para nuestros hijos sobre la conducta de Victor Paz como Presidente y Jefe del más grande partido político de la historia moderna.
Victor Paz se sometió a una autodisciplina rígida e invariable, destinando lo mejor de su existencia al servicio de Bolivia y del Gobierno. En los 12 años sumados que ocupó la Casona de la Plaza Murillo, atendió su despacho con regularidad anglosajona. Las sirenas de las motocicletas que acompañaban el convoy presidencial al pasar por calle Ayacucho, se dejaban oír a las 8.50 a.m. porque a la 9.00 empezaba su jornada de lunes a viernes. Su trabajo productivo lo empleaba rigurosamente en atender la Administración concediendo entrevistas y ordenando y pasando revista periódicamente al trabajo de sus colaboradores. De sus inmediatos colaboradores como Guillermo Bedregal, Augusto Cuadros, Antonio Carrasco, Eduardo Olmedo López y otros varios recogemos testimonios del infatigable desempeño de Victor Paz. “No había asunto de Estado que no lo estudiara a fondo”, “conocía a cada uno de sus ministros con gran detalle”, “se adelantaba a los hechos”, “no se dejaba sorprender con hechos inesperados”, revisaba la prensa, los informes confidenciales, la política internacional, y hasta se aprendía de memoria los “nuevos chistes que se inventaban sobre su figura”.
Varios periodistas que acompañaron su labor durante años como Horacio Alcázar, Jaime Humérez, Mario Guzmán Aspiazu, Hugo Alfonso Salmón, Humberto Palza Soliz, Raúl Salmón de la Barra, José Vidaurre, Manuel Benítez, Jorge Noya Manzano, Rolando Vizcarra Pando, Angel Torres, Mario Marañón, Roberto Munguía (siempre de corbata rozón), Mario Maldonado, Jorge Suárez, Mario Rueda Peña, Oscar Peña y muchos otros conocieron de cerca la seriedad del Dr. Paz, (aún cuando en el trato diario, los identificaba por su nombre y conocía a su esposas o hermanos) sabían de su responsabilidad y de lo difícil de su tarea de gobernar una Nación como Bolivia plagada siempre de problemas, de insatisfacciones, de ansiedades nunca calmadas.
Victor Paz desde el Palacio Quemado tuvo la capacidad de construír un país después de abril. Cometió muchos errores sin duda, pero jamás se le pudo probar un sólo negociado o que se hubiera apropiado de bienes del Estado. Llevó una vida austera y sus íntimos podían afirmar que “era algo tacaño” por la sobriedad y prudencia con que manejaba su economía. Con tales cualidades bien podía exigir honradez de sus colaboradores, aunque ay! Sabemos de sobra que muchos hicieron del soborno, la coima y los negociados una forma de gobernar que le hizo gran daño a la revolución, aunque es justo reconocer que entre sus ministros también hubo gente austera y espartana.
Qué diferente forma de gobernar a la de Evo Morales que se pasa la mitad del tiempo fuera de su oficina, viajando por todo el país en alguno de los dos helicópteros que Hugo Chávez le tiene prestados o alquilados, (está en duda) y vistiendo las mil y una ropas (ponchos, camisas y sombreros) de otras tantas comunidades del país o viajando fuera de Bolivia, se cuenta que solamente a Venezuela se ausentó 9 veces en 18 meses de gobierno, 2 veces a Estados Unidos, 5 veces a Argentina, 4 a Brasil, 5 a Europa, Japón y Asia. Es natural que asuntos vitales quedan sin tiempo para ser atendidos, personajes del Gobierno que se quejan de no poder entrevistarse con el Presidente (Varios Prefectos, Alcaldes Municipales, representantes de organizaciones diversas), oficios que no tienen respuesta (como el Prefecto de Cochabamba sobre el tema ferroviario que espera aún un acuse de recibo desde hace 13 meses), promesas incumplidas, programas sin ser ejecutados, etc., etc.
Nunca, nadie en la historia de Bolivia gozó de la admiración y el cariño del pueblo boliviano como Victor Paz. De las muchas páginas que se han escrito sobre la historia de su vida y de la obra revolucionaria del MNR, destaca el vívido relato de Viscarra Pando en su libro Villa Balazo cuando describe la llegada apoteósica de Victor Paz el 15 de abril de 1952 desde Buenos Aires a La Paz, triunfante la Revolución para asumir la Presidencia (Pg. 97 adelante La vuelta de Paz a La Paz)
Victor Paz con toda sapiencia nunca aceptó que se convocara a una Constituyente para incorporar a la Ley de Leyes las trascendentales medidas asumidas en los primeros años que siguieron al 9 de abril. “Ya llegará la hora de integrarlas en la Carta Fundamental, cuando los cambios sean asimilados” y por supuesto que no se equivocó, basta observar lo que está ocurriendo hoy en día por la presión del MAS en el intento de reformar la CPE a toda costa.
Cuando Bolivia por enésima vez en su historia contempló la desesperada actitud de Siles Zuazo de recortar su mando constitucional y convocar a elecciones en las que ganó el partido de Bánzer ADN, el MNR resultó segundo correspondiendo al Congreso elefir Presidente que recayó en Victor Paz, que asumió por la cuarta vez el máximo puesto y es que ante el descalabro económico y la hiperinflación que alcanzaría al 27.000% igual a la sufrida por Alemania después de la Primera Guerra, la Nación confió en Victor Paz para evitar que “la patria se muriese” y vino el famoso 21060 que resultó el conjunto de medidas salvadoras, aunque más tarde muchos la combatieron sin éxito porque su aplicación fue resultado de un consenso del universo partidario.
En aquellos momentos supremos se apeló a la figura mítica de Victor Paz para llenar los espacios de frustración y pesimismo. Su ascenso era resultado de un pacto para salir de la hiperinflación confiando en su capacidad y patriotismo y en la visión de país de un equipo de líderes viejos y jóvenes para lograr la gobernabilidad y la ejecución del paquete de medidas conocido como NPE que sacó a Bolivia del marasmo económico. La autoridad moral de Paz se impuso y el país aceptó las medidas, la Nación volvió a su cause y la voz sincera y realista del Presidente se impuso sobre efímeros intentos de rechazo. Victor Paz, que hoy habría cumplido un siglo de existencia había cumplido una vez más con Bolivia!
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