Ha terminado la Cumbre del Clima, COP15, un colapso vergonzoso con un acuerdo ni política ni jurídicamente vinculante, y los Jefes de Estado y de Gobierno de las 193 naciones participantes y un Presidente de los Estados Unidos que tenía prisa para dejar la mesa de las negociaciones, ya han vuelto a sus países de origen. Pero todos los participantes a la Cumbre, incapaces de resolver nada, dejan detrás de sí facturas millonarias para el medio ambiente y para los daneses y una ciudad envuelta en el mayor de los caos. La capital danesa es hoy una escena del crimen. Mientras ayer por la noche, e incluso esta misma mañana, siguieron las demostraciones de grupos anarquistas con ganas de pelea y de algunos desfiles pacifistas con pancartas de todos aquellos que sienten por la Naturaleza, los agentes del Orden no paran. Buscan y rebuscan, hasta debajo de las piedras, a los causantes de los desordenes y destrozos de los últimos días.
Por su parte, los demostrantes más agresivos que llegaron de toda Europa, han huido al aeropuerto de Kastrup para intentar salir lo más pronto posible del país. Algo que, tal vez, no les resulte tan fácil ya que la Policía de Aduanas, provista de fotos de algunos de ellos (bien conocidos por las autoridades de sus respectivos países) intentará detenerlos para que respondan de sus hechos.
Se ha criticado a la policía danesa (que recibió asistencia de sus colegas suecos y finlandeses) por haber sido demasiado dura contra estos alteradores del orden, pero durante las innumerables ruedas de prensa que ofreció el Jefe de la Brigada Disturbios y Antiterrorista, la mayor parte de esos individuos, que invadieron las calles y plazas de la metrópolis gritando, quemando coches e inmuebles, tirando cocteles molotov, bombas de gas, piedras y dando golpes a diestro y siniestro, no eran ciudadanos democráticos que querían dar muestras de su desacuerdo con los políticos o con el sistema, sino terroristas y mercenarios bien adiestrados de todas las religiones y nacionalidades que, tras la llamada de sus cabecillas en la Red para que participaran en «La gran batalla», llegaron a Copenhague, disfrazados de Ninjas o Shinobis, bajo la consigna de «crear el caos».
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