Mientras el Gobierno parece caminar seguro de que no tiene vallas que vencer, los datos que vamos recibiendo nos dicen otra cosa. Y ante ese desencuentro cuando llamamos la atención sobre esas vallas visibles con las que se topará en un momento dado, algunos ciudadanos se molestan calificándonos de ser aves de mal agüero.
Nadie quiere ser mensajero de malas noticias. Pero la economía tiene su ruta y sobre algunos presupuestos y resultados las evidencias ya nos enseñaron bastante. Por eso no se puede discutir los efectos de una inflación de precios sobre los ingresos o el aumento de los impuestos sobre la rentabilidad esperada y así podríamos dar muchos ejemplos.
Los indicadores son lo suficientemente serios como para no detenerse a mirar por donde vamos. Mientras el señor Vicepresidente García, nos dice que la inversión esperada por el gobierno en esta nueva administración será superior a los trece mil millones de dólares y que para ello se está buscando financiamiento, la inversión minera se paraliza, la hidrocarburifera se detiene y retrocede, la tasa de destrucción de empleos es el doble que las que lo crean, la disminución del consumo de los hogares ha sido el 2009 menor al del año pasado pasando de del 6,2 al 3,6 (datos INE) lo que demuestra menor gasto producido por el desempleo, la tasa de desempleo abierto alcanzó el 11 por ciento. La destrucción de 74.000 fuentes de empleo en la industria, comercio, transporte y servicios dice mucho del sostenimiento de la inversión y de la seguridad jurídica sobre la que camina Bolivia. Con estos resultados encontrar financiamiento para garantizar la inversión pública parece ser una misión imposible.
Los gritos nacionalizadores ya no sirven. Ahora estamos ante la realidad producto de cuatro años de dejar la economía volando con la gasolina que se tenía en reserva. Y las demandas sociales alistan sus petitorios. Ante tanta propaganda efectista y demagógica que Evo Morales usó en su campaña, diciendo que la economía nacional está mejor que nunca, que esa afirmación es avalada por el FMI y el BM y que todo se debe a su gobierno, ahora sus movimientos sociales quieren tener una tajada de la torta mas grande. Pero la torta nunca creció, al contrario se hizo más pequeña.
La disminución de la demanda de gas natural del Brasil, por ejemplo está obligando al gobierno a importar gas licuado para atender la demanda tarijeña, departamento donde existen las mayores reservas de gas que tiene el país. ¿Puede haber un mayor sarcasmo histórico? Y las compras de gasolina y diesel superan los mil millones de dólares, los cuales se subvencionan en más del cincuenta por ciento en el mercado interno, gasto que agregado a los bonos asistenciales empuja las cuentas fiscales al déficit.
Todo esto nos da señales de alerta y de una urgente modificación en el comportamiento gubernamental que en cuatro años no ha hecho sino aumentar el gasto, destruir mercados y limitar las exportaciones, con tanta suerte que todos estos golpes económicos fueron sobrellevados gracias al comportamiento de la economía capitalista y sus juegos financieros en los mercados internacionales. Lo cierto es que este colchón amortiguador que se tuvo ya no existe y por tanto los golpes ahora tendrán efecto directo en los sectores sociales más vulnerables.
Ahora es cuando. Y cómo pinta el Gobierno sus futuro nadie tendría porque estar preocupado de nada. Así sea. Me temo que la realidad, como decía Lenin, es muy testaruda. (Dante Pino)
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