Los medios de comunicación nacionales están virtualmente obligados a difundir lo que dice Evo Morales, especialmente cuando se trata de intervenciones en foros mundiales, como el de Copenhague. Al final de cuentas, es el Presidente de la República y lo que haga o diga incumbe a todos los bolivianos, para bien o para mal. Esta situación, lamentablemente, da lugar a distorsiones o falsas apreciaciones en la opinión pública interna.
Muchos bolivianos, por ejemplo, deben estar seguros de que su Presidente ha dejado boquiabiertos a todos proponiendo un referéndum mundial para definir una estrategia global para “salvar a la humanidad”, cuando, en realidad, la idea, por absurda e irrealizable, no ha merecido ninguna atención de la prensa internacional y, mucho menos, de la Cumbre del Cambio Climático.
Cuando se intenta lograr protagonismo en base a una retórica hueca y demagógica el efecto es siempre contrario. Eso es lo que les ha ocurrido a Morales y su mentor caribeño que, luego de sus incendiarios discursos en la capital danesa, fueron opacados por la presencia de los verdaderos pesos pesados de la política mundial.
“Para los radicales, la defensa de la naturaleza en una coartada para su eterno y estéril discurso en contra del capitalismo”, escribe con acierto un periodista español, en una frase que parece dirigida a los dos líderes “revolucionarios”.
Con los pies en la tierra y poniéndose a la altura de las circunstancias, el presidente brasileño Lula da Silva se ha convertido en el portavoz de los países emergentes en la cita de Copenhague, participando activamente en las negociaciones para lograr un acuerdo y borrando la estela que pretendieron dejar sus dos furibundos colegas(Clarísimo subeditorial de Los Tiempos. Cochabamba)
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