Hace unos años, el Gobierno promovió el insólito y primer bloqueo de una vía protagonizado por un regimiento militar. Ocurrió en La Paz, cuando efectivos de la Escuela de Inteligencia llevaron adelante la medida de protesta contra la Alcaldía Municipal, en un claro intento por boicotear los puentes trillizos, la obra estrella del exalcalde Juan del Granado.
La pedagogía del bloqueo, del paro y del uso de la fuerza para hacer valer los derechos o supuestos derechos, es algo que puede ocasionar un efecto bumerang para el Gobierno. Lo estamos viendo con los mineros cooperativistas, que no tienen miramientos cuando interrumpen el tráfico en las carreteras, tal como lo hacían cuando actuaban a pedido del oficialismo y también se lo puede observar con los militares, que durante los últimos años han demostrado una obsecuencia nunca vista en la historia nacional.
Ese idilio se ha tornado en una situación complicada y prueba de ello es el paro de 24 horas que han llevado adelante los suboficiales de las Fuerzas Armadas en dos regiones, exigiendo mejoras salariales, cambios en su escalafón y el cese de supuestos actos de racismo y discriminación dentro de la institución castrense. En otras palabras, han pedido "descolonizar" el Ejército y el primero en negárselo ha sido el Gobierno.
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