El escritor cochabambino Ramón Rocha Monroy describió alguna vez a la política boliviana como el arte de repartir pegas y seguramente porque sabía muy bien del asunto, exclamó que siempre había sido un soldado masista cuando lo invitaron a ser candidato a primer senador por Cochabamba.
Fue como si lo hubiera tocado una varita mágica; inmediatamente cambió sus ácidas críticas por empalagosos halagos al oficialismo. Precisamente es por eso que el Padre Nuestro no dice “líbranos del pecado” y afirma “líbranos de la tentación”. “De carne somos”, decía un viejo programa de televisión.
Pero lo cierto es que Rocha Monroy se quedó con las ganas por falta de libreta de servicio militar, tal como sucedió con otros muchos precandidatos que andaban inundando el Facebook con sus lágrimas de despecho.
Doña Justa Cabrera no tiene Facebook, así que no tuvo la oportunidad de quejarse porque nadie la llamó para tentarla; y como la dirigente indígena no es de fierro, velozmente se puso a órdenes del MAS cuando la invitaron a volver a sus filas. Rápido se olvidó de Chaparina, del Tipnis y de sus hermanos de la marcha. Veremos si con la misma velocidad cambia de opinión sobre el proyecto de la carretera por medio del parque Isiboro Sécure.
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