Con la mejor de las intenciones, el presidente del Banco Central de Bolivia, Marcelo Zabalaga, adelantó la noticia sobre un decreto gubernamental destinado a “bolivianizar” la economía, es decir, a ordenar que todas las transacciones que se hacen en el país obligatoriamente usen moneda nacional y que nadie use precios, contratos ni ningún tipo de intercambio comercial en dólares.
La medida era entendible y coherente, pues estaba dirigida a profundizar e incentivar el uso del boliviano, cosa que ya se hace en la banca y en los sectores formales de la economía.
Seguramente alguien hizo el infaltable cálculo político de esa decisión y las autoridades salieron a desmentir a Zabalaga, quien tuvo que echarles la culpa de todo a los periodistas, como se hace en estos casos, aunque haya grabaciones que digan todo lo contrario. Pese al discurso nacionalista de dignidad y soberanía, los sectores que más usan el dólar son precisamente los más cómodos con el actual gobierno.
Todas las transacciones informales e ilegales de este país se hacen en dólares y atacar a los billetes verdes en las calles es una forma de combatir a los chuteros, los contrabandistas, narcos y prestamistas que lavan dinero sucio con esta actividad. Estamos en época de elecciones y nadie quiere asustar a tan importantes electores.
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