Una a una las instituciones y los poderes del Estado acaban cercados, decapitados y tomados como rehenes por el gobierno de Evo Morales, quien de manera reiterativa da la espalda a las leyes, viola la constitución y atropella los poderes del Estado, tratando de dar nacimiento a un proyecto que se trata de imponer bajo las garras del uso desmedido del poder, la violencia y la fuerza.
Una vez más el gobierno de Evo Morales ha transgredido el ordenamiento jurídico, utilizando el Congreso de la República como rehén y como un simple receptáculo y agente para dar tintes de legalidad a un proyecto que está siendo forjado a pura violencia, forcejeo y de espalda a la legalidad.
El procedimiento de aprobación de leyes en Bolivia, no surge durante este gobierno del debate, de las negociaciones o pactos sociales o políticos, aborta con la concurrencia de ponchos rojos, mineros, cocaleros y fuerzas irregulares que pretenden mostrarse como los abanderados de una nueva propuesta de renovación del país, sin tomar en cuenta que el uso de la violencia y de la fuerza es siempre una imposición y acto de barbarie y nunca un acto de lucidez o de respeto por los habitantes y ciudadanos que son la fuerza viva y la razón de ser de un país.
El proyecto del MAS pretende anular e invisibilizar dos tercios del territorio nacional, seis departamentos que se muestran opositores. Intenta negar y hacer desaparecer a la población mestiza, imponer a turbas enardecidas para instaurar una supuesta revolución bajo el sino de la violación a los derechos humanos y las libertades.
El gobierno de Evo Morales se inauguró con atropellos y se intenta sostener e imponer con acciones violentas que se caracterizan por operar a costa del marginamiento de los poderes establecidos por la democracia.
El gobierno actual ha creado un sistema de acciones totalitarias que actúan desde las instituciones y los poderes utilizándolos en sus aspectos formales, para sus fines, pero quitándoles el espíritu y los principios en los que estos se deben sostener y sin los que son pura cáscara y forro.
Tres cuartos del territorio nacional son ahora rehenes de un régimen en el que los ciudadanos libres y tutelados por el Estado no existen, pues sólo se reconocen las huestes, las masas que actúan en nombre de quienes quieren ser los únicos amos y señores, situación por la que se muestran decididos a derrocar a la democracia en la que el país se había resguardado y planteaba profundizar a lo largo de veinticinco años de dura lucha y ejercicio de pesos y contrapesos de poderes que deben perfeccionarse y respetarse para que no volvamos a caer en regímenes tiranos. Es hora de no dejar que se lleven al vecino, ahora vienen por nosotros. Lo que ha sucedido ayer en el Congreso es una muestra más del asalto a las leyes para tratar de forzar el parto de un régimen que es fruto de la violación y la violencia.
(El texto es de autoría de Centa Reck y publicado en www.hoybolivia.com)
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