Mauricio Aira
Proclamado el estado de emergencia en la República de Bolivia no tardaron los países de la comunidad internacional en acudir al S.O.S. lanzado por los medios en vista de la auténtica y urgente necesidad de las zonas mayormente castigadas con lluvias tormentosas y la crecida de ríos que terminaron desbordándose de su cauce normal e inundando sembradíos, pastizales, viviendas, provocando un drama humano de tales proporciones que no se había presentado igual en varias décadas.
Difícilmente la televisión sueca dedica un espacio a Bolivia, aunque con esto motivo sí lo hizo por lo que es notable que ante el desastre causado por La Niña y según los principios y buena práctica de Donación Humanitaria del Comité de Ayuda al Desarrollo (OCDE) rápidamente se moverán los mecanismos de cooperación para volcarlos en las zonas más sensibles como son Beni y Chuquisaca a estar por los reportes de los corresponsales de la ONU.
Habida cuenta que de los países nórdicos Suecia lidera el ranking de generosidad ante situaciones de desastre no tardará en mostrar su eficiencia disponiendo su asistencia a Bolivia, como lo hiciera en otro momento con los grandes desastres que ha padecido la humanidad. Así se tiene que en 2006 ante el hecho de 20 mil personas que murieron por los desastres naturales y más de 130 millones resultaron directamente afectados, la cooperación sueca llegó a Colombia, Congo, Timor Oriental, Haití, Líbano, Nigeria, Pakistán, Sudán entre otros en forma directa del 1% del presupuesto del Reino, destinado a éste fin.
Tanto la Cruz Roja Internacional como los organismos especializados reconocen que “Suecia e un ejemplo real de cómo una respuesta humanitaria eficaz puede salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener la dignidad humana” y ello porque conserva invariable su disposición de atender las necesidades que resultan de un comportamiento violento, de las aguas, el fuego, la guerra o la fatalidad al margen de las largas distancias o las dificultades que puedan demorar la aplicación del apoyo, en cuyo caso surge la coordinación o el soporte financiero a otras organizaciones que se encuentren mejor situadas para ofrecer el socorro en cuanto a la respuesta que hay que ofrecer. Lo ha probado en todas las circunstancias de terremotos, maremotos, sequía extrema o catástrofes de reciente data.
Positiva actitud la de España que apenas conocido el D.S. del Gobierno de Morales, se apresuró enviando dos aviones cargados de medicinas, vituallas, raciones alimenticias, carpas de campaña, sin embargo de ocupar el puesto número 17 en el ranking mencionado correspondiendo los primeros a Suecia y Noruega. Por otra parte está en plena ejecución el llamamiento para recaudar 3.800 millones de dólares para atender a 25 millones de personas en 24 países, tarea que logró reunir a las agencias de Naciones Unidas, 200 ONGs, para recaudar fondos que alivien a mitigar el sufrimiento y evitar la muerte de miles de personas donde perviven los conflictos armados, raciales o políticos y que bien podría este fondo ser aplicado para el urgente caso de Bolivia. (No obstante del surgimiento de críticas al mismo por destinar sólo una parte del monto absorviendo más del 50% la “lucha contra el terrorismo” Bo Forsberg, director general de Diakonía)
Para no crear falsas ilusiones debemos mencionar que del fondo participarán Sudán, Gongo, Somalia y Uganda en ése orden además de Zimbabue, Africa Occidental, Chad y Costa de Marfil. De ahí la conveniencia de sugerir al estamento diplomático y los cooperantes más próximos que agilizen su gestión y logren incorporar a Bolivia con toda premura. Suecia podría jugar un destacado rol en la diligencia si se le solicita ya nomás. Contar con Noruega el mayor donante de Naciones Unidas que ha respondido hasta en un 66% a los requerimientos de programas específicos.
Que la dramática apelación del pueblo y gobierno de Bolivia logre movilizar la ayuda humanitaria de su entorno, especialmente de las economías europeas como las mencionadas aquí, en el presupuesto que el manejo de los recursos y medios corregirán las fallas de otras recaudaciones (Terremoto de Mizque y Aiquile) que le hicieron tanto daño a la imagen de la Nación.
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