Mauricio Aira
Algunos ingenuos asentados en puestos del poder, consideran un derecho inamovible la la cooperación internacional ignorando que debe estar basada en políticas y modalidades que han sido estudiadas a partir de la identificación de los problemas y los desafíos que confronta el Estado. La cooperación tiene objetivos, orientaciones y prioridades que los gobernantes tienen la obligación de conocer y de divulgar entre las organizaciones cívicas y políticas.
Bolivia continúa siendo el país más pobre de América del Sur, sus indicadores del desarrollo humano están muy por debajo de la media y la reducción de la pobreza y el mejor reparto de sus recursos siguen siendo el mayor desafío. Las reformas que se habían emprendido la década pasada han quedado a medio camino, la dependencia del apoyo externo sigue presionando para movilizar los recursos internos y contrarrestar la cooperación foránea. Vemos que la urgencia de un desarrollo dinámico del sector industrial para aprovechar la riqueza de recursos naturales se ha detenido. El tema de la coca sigue siendo un problema complejo y grave, puesto que socaba las estructuras políticas, sociales y monetarias.
No se logra comprender que la estructura democrática en lugar de fortalecerse consolidando la democracia, se tambalea por actitudes autoritarias que debilitan los poderes legislativo y judicial de una forma escandalosa, incomprensible, repetitiva y torpe. Se ha creado un denominado comité cívico revolucionario bajo directa dependencia del Palacio y del ministerio del Interior que imitando a los comandos movimientistas, o centrales agrarias del pasado, son movilizados como grupos de choque al mejor estilo de los mazorqueros del tirano Rosas en Argentina, que se preciaban de ofrecer purgantes y vomitivos a los opositores cuando no los pasaban al deguello.
El Estado permanece centralizado, su presencia al interior no se percibe, cuando es sabido que el desarrollo democrático y la participación popular urgen la descentralización de los recursos humanos y materiales y la creación de estructuras con la activa y directa participación de los ciudadanos en cuestiones que les atañen. Existe conciencia de modificar la ley para integrar a los pueblos indígenas de modo que participen en la construcción del Nuevo Orden, que se podrá levantar por consenso, con un diálogo sincero y decisiones en que participen todos los segmentos de nuestra realidad poblacional.
Cuando la Unión Europea planificó su presencia en América del Sur y especialmente en Bolivia se habían dado unas pautas que hoy, 12 años después no han podido ejecutarse a plenitud: 1) La necesidad de reformas del Gobierno en los campos de educación, servicio civil, descentralización y participación popular, igualdad de género y balanza de pagos. 2. El fortalecimiento de la sociedad civil y 3) El desarrollo del sector productivo que debió consistir en la cooperación al sector empresarial, el apoyo a la microempresa y la cooperación técnica. No ha sido posible en los últimos dos años realizar un seguimiento sea por los frecuentes cambios de los funcionarios técnicos en los diversos ministeriores y por la ausencia de una coordinación continuada para favorecer el diálogo con la entidad responsable. Lo que es más conocido como ausencia de gestión y demasiado frecuente improvisación administrativa.
El Estado pierde por los cambios en el personal clave y las eternas reorganizaciones de viceministerios y direcciones, incurre en derroche de oportunidades y recursos que se revierten porque no ha existido la capacidad de su correcta y oportuna utilización. Sin embargo la mayoría de los cooperadores europeos han persistido en el apoyo al desarrollo sostenido, democrático y equitativo como objetivo global hacia Bolivia con la mirada puesta en la consolidación de la democracia, la vigencia de los derechos humanos, incluyendo los derechos de los pobladores indígenas. En la Gobernabilidad y el Estado de Derecho, en la reducción de la pobreza. No se ha contemplado el virtual abandono de poblaciones enteras especialmente en el Altiplano, en el Norte de Potosí, en Oruro que han quedado reducidas hasta en un 70, 80 o más por ciento dando lugar, como cronicó El Deber a poblaciones fantasmas con barrios totalmente deshabitados, escuelas cerradas, templos vacíos.
Cuando Bolivia extiende la mano en demanda de mayor cooperación como ha ocurrido a raíz de los desastres naturales, se podría pensar que ésta llegará a la primera palabra y sin cortapisas, se olvida que no solamente Estados Unidos se mantiene al tanto de cuanto ocurre en el ámbito de la cooperación, sino que todos los donantes saben hasta dónde se está cumpliendo con la lucha contra la pobreza, por la paz, por la democracia y los derechos humanos y por el desarrollo sostenible. No puede haber equívocos, se tiene que ejecutar el programa comprometido a tiempo de recibir la cooperación exterior.
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