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martes, 26 de enero de 2010

de la página editorial de El Deber, la crónica de Raspapinchete ilustra el estado de la Policía Boliviana


Policía: algo más que una purga
Raspapinchete
Resultaron de muy grueso calibre las acusaciones formuladas por el presidente Evo Morales durante el cambio de mando de la Policía y de las Fuerzas Armadas registrado el último fin de semana. Apretó el gatillo después de haber tenido el delicado gesto de pedir disculpas a ambas instituciones a las que, en un discurso que pronunció cuando era dirigente cocalero (en realidad, lo sigue siendo), consideró que “estaban por demás” en el país.
El Jefe de Estado sindicó a las fuerzas del orden de tener vínculos con la delincuencia y a algunos de sus efectivos de entendérselas, cuándo no, con el imperialismo norteamericano. Morales parece tener la absoluta certidumbre de que la ‘solidaridad’ policial y unos ‘acuerdos secretos’ con EEUU posibilitaron la salida del país del ex candidato opositor Manfred Reyes Villa, al que tampoco pudo echarle el guante el recientemente defenestrado ministro de Gobierno Alfredo Rada.
No se anduvo con vueltas don Evo cuando se refirió a delincuentes ‘internos y externos’ como también a la necesidad de que la sociedad boliviana y las instituciones del Estado empiecen a ‘destetarse’ de los instrumentos del capitalismo.
Con semejante andanada presidencial se hace difícil entender las “gracias a Dios que no ocurrió nada” y su “felicidad” por la gestión que concluyó expresadas por el ex comandante de la Policía, poco antes de abandonar la escena haciendo mutis por el foro y sin saludar a su sucesor que, a su turno, se refirió a la necesidad de erradicar ‘varios males’ de la institución verde olivo. El nuevo jefe policial ha anticipado una depuración para desterrar el odio, el abuso y la prepotencia con que se habría manejado su antecesor, contra el que, además, pesan denuncias de abusos contra policías de bajo rango y hasta una acusación por acoso sexual. Que vayan alistando maletas los que han confundido la función policial con el interés personal, advirtió también el coronel comandante, que debe su interinato a que todavía no ascendió al grado de general, requisito imprescindible para ocupar dicho cargo. En otro acápite de su intervención, el ahora comandante nacional planteó como otro objetivo de su gestión la necesidad de recuperar la confianza que la sociedad ha perdido en la Policía.
A la purga y a los cambios anunciados, tendría que seguir una reestructuración profunda y completa de la Policía nacional para que la tarea de limpieza sea realmente eficiente y el golpe de timón institucional que se busca no resulte, como otras tantas veces, una quimera.

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