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jueves, 7 de enero de 2010

Entre España y Suecia hay dos formas de administrar la Unión. Se advierten muy claras diferencias

Dos reinos. Dos formas de comando

Mauricio Aira

España y Suecia protagonistas de la administración de la Unión marcan dos actitudes diferentes si bien persiguen el mismo objetivo. La preservación de los principios que rigen la UE, su fortalecimiento y expansión en el buen sentido de la palabra. Suecia austera, silenciosa, efectiva España bullangera, conflictiva más aparatosa. Sin embargo lo que más llama la atención es la actitud de la oposición. Mientras en Suecia la oposición que es mayoritaria constituida por la Socialdemocracia, los Verdes y la Izquierda que se llamó Comunista y que hoy casi se avergüenza de su antiguo nombre mantuvo una actitud silenciosa, las críticas contra la conducción de la UE por el conglomerado de partidos llamados burgueses: los conservadores, los del Centro, los Liberales y los demócrata cristianos. Jamás salió a luz una crítica directa, porque al fin y al cabo instruidos en los más acendrados principios democráticos se comportaron de tal modo que se podía leer su apoyo y su lealtad al gobierno legítimamente representado por la Alianza.

Ya antes de asumir Rodríguez Zapatero la presidencia por seis meses de la UE, su oponente mayor el PP (Partido Popular al que muchos identifican con los resabios del franquismo y fracciones de derecha recalcitrante) asumió una injusta actitud de crítica y deslealtad, que muchos ven como inapropiado, si bien el líder opositor Mariano Rajoy optó por un prudente silencio, sus seguidores no pierden ocasión en descalificar al Presidente y aprovechan el mínimo fallo para echar fuego a la hoguera en un reino bastante fastidiado por los efectos de la crisis que golpeo duramente en temas tan sensibles como la creciente y galopante desocupación.

Por esas cosas de la política partidista, algunos desorejados socialistas lejos de pausar sus acciones ideológicas han seguido adelante con consignas fuera de tono. Todos contra la Religión. El movimiento se expresa en asuntos como los crucifijos en las escuelas, la homosexualidad, o la Navidad o la Pascua como íconos religiosos forcejeando inútilmente para pretender desmontar la sociedad cristiana. El cronista se pregunta si Zapatero sería capaz de hacer desaparecer la fe y la tradición por ejemplo en los Reyes Magos o las procesiones de Semana Santa que son celebérrimos paradigmas para el resto del mundo católico, tanto como Morales-García no se atrevieron siquiera intentar borrar del calendario la Fiesta de Urcupiña o la devoción al Cristo Crucificado en Bolivia.

Más de un bloguero, que los hay por cientos en la Madre Patria se atreve a pedirle a Zapatero cambiar el calendario cristiano de la Unión por otro laico comprometiendo en su ayuda a las celebridades histriónicas como Almodóvar, Bardem, Nadal, etc. Calendario que no tenga la referencia de Cristo como ahora, unos mil años más viejo que el actual, que tenga referencia con la historia de la humanidad sin segregar como el gregoriano que nos rige hace más de 20 siglos. Son los mismos consejeros descreídos, visiblemente pro anarquistas (quizá algunos testigos de Jehová entre ellos) basta ya del Cristianismo que marca nuestras vidas, cambiemos el calendario, cambiemos la religión, al diablo con todas “las tradiciones monárquicas, oligarcas, hechura de los ricos”. Tal vez algunos masistas añadirían en el Altiplano con la Pachamama tenemos por demás, para qué juramentos ni Biblias, ni Crucifijos, si con la coca y el sol, nos sobra para todo. ¿No ven cómo de bien nos va sin el Dios de los cristianos? No necesitamos de jueces, ni de curas, y quizá dentro de poco añadan ni de soldados ni policías y llegarán a la “aldea universal” sin dioses ni leyes.

Al margen de toda ironía juzgamos que el buen criterio se irá imponiendo de a poco. La Unión necesita de fuertes liderazgos especialmente en un momento como el actual dominado tanto por la crisis económico-financiera que afecta a los 27 estados cuanto por los problemas del cambio climático cuyo debate no termina y que reclama soluciones colectivas en la vía correcta. En cuanto a lo primero, según lo anotado en artículo precedente, ya se están tomando las acciones pertinentes que para algunos será muy dolorosas, para muchos costosas porque se tendrá que elegir entre la popularidad y los votos y el real interés del Estado.

Así mientras en España perdura el enfrentamiento entre bloques en Suecia todos están por el momento ocupados en retomar las tareas habituales después de las casi tres semanas de vacación colectiva por las fiestas de fin de año y la vuelta a la normalidad superando las barreras del mal tiempo, un invierno excesivamente frío y la ausencia de un horizonte de esperanza en la negativa de General Motors de venderle su parte de Volvo a los chinos, lo que en la práctica representa el cese de unos ocho mil trabajadores más que se sumarán al paro emergente de la crisis del 2009

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