Empate boliviano
De todas las repúblicas americanas con más de un millón de kilómetros cuadrados Bolivia fue la única en la cual sus regiones no tenían autonomía o elegían a sus gobernadores. Hoy, se quiere pasar al otro extremo para transformarla en la más federalizada de todas.
El domingo 22 Tarija siguió el camino de Santa Cruz, Beni y Pando votando Sí al estatuto autonómico por un 80% mientras que un tercio de los inscritos no sufragaron (un ausentismo alto pero no contundente). Ni el gobierno puede reclamar que en esos departamentos la mayoría les apoya, ni los prefectos anti-socialistas pueden reclamar allí contar con un apoyo abrumador.
Gobierno y oposición libran un juego peligroso. En todos los gobiernos civiles (y en algunos militares) que tuvo Bolivia desde 1952 al 2005 estuvieron partidos que hoy animan al Sí, pero que solo se han lanzado a desafiar al súper-centralismo (que antes mantuvieron) buscando minar al primer gobierno indigenista de su historia. Evo, al impulsar un boicot que no ha triunfado, corre el riesgo de enajenar a amplios sectores sociales de los departamentos sin mayoría quechua o aymara que tienen reivindicaciones regionales.
Morales calcula ‘vengarse’ de sus rivales haciendo que el SÍ gane el referendo revocatorio, el mismo que perderían algunos prefectos opositores. La oposición estima que ha creado zonas que contengan posibles reformas agrarias o nacionalizantes, pero se vienen divorciando del altiplano.
En este match Morales acusa a sus rivales de oligarcas (pero no se atreve a expropiarles) y la derecha azuza el peligro de que Bolivia se torne una nueva Cuba (pero sin que parece pudiese hoy poder revocar legalmente a Evo).
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