No hay nada qué hacer con el señor Presidente. Le gusta quejarse al lugar que viaja de su pobreza y de nuestra miserable Bolivia. A la gente le saltan lágrimas cuando S.E. cuenta cómo llegó a la presidencia, cómo sufrió, cuánta tortura, cuánta cárcel, cuánto dictador abusivo. La pobreza en la casita de Orinoca conmueve. Sus padres, sus hermanos, todo llama a la pesadumbre.
Y la gente le escucha en silencio con el corazón hecho un puño. Mientras se dibuja la sonrisa irónica del zambo pícaro, su mentor, que no le cree nada porque todo se lo ha enseñado. El auditorio sufre. El caribeño goza. Y Morales también goza posesionado de ese maligno afán masoquista. No me he tomado el tiempo de leer las biografías que se han escrito sobre S.E., pero estoy tentado a hacerlo. Por lo menos leeré una. Claro que yo no voy a caer en la angustia de los extranjeros que lo escuchan con pena porque conozco las tácticas de S.E. Existen muchos en Bolivia como él, que de la queja reciben réditos increíbles.
No cabe duda que muchos han sido los bolivianos perseguidos y encarcelados, que han sufrido hambre y exilio. Pero S.E. no es precisamente un héroe que haya recibido palos y torturas como quiere hacer creer. Hace 26 años, cuando se fue el último gobierno militar, Evo Morales no era nadie. Un muchachón de 20 y poco, trompetista y crack de fútbol. No. Evo Morales no tiene que quejarse tanto porque sufrió menos que los movimientistas, los falangistas, la izquierda dura, los miristas, los obreros proletarios, y, por último, la "rosca". Esos sí que se pasaron años en el exilio y en las cárceles. Esos recibieron tiros y guasca por arrobas. Y hay testigos de cómo cuando se encumbraba la izquierda la derecha tenía que recibir su ración.
Y por supuesto que a la inversa también: la derecha daba con todo. Ya se sabrá la verdad de si S.E. sufrió siquiera la mitad de lo que dice.Pero lo malo ya no es lo que a él le haya sucedido o no. Lo censurable es que a Bolivia la ponga como el ejemplo del país más desgraciado y miserable del planeta. ¡Somos pobres! ¡Explotados también! Pero esos cuentitos de que se les cortaba las manos a los indios que escribían y que se les pinchaban los ojos a los amautas que leían es una leyenda canallesca. ¿Sucedería alguna vez? En todo caso nunca fue la norma. Eso le ha debido contar Choquehuanca, que para leyendas es imbatible.
Aquello de que tocaba las puertas de los ricos para vender papas y que lo escupían es digno de una imaginación como la de las piedras con sexo, los niños desayunando jugo de coca, o él leyendo en las arrugas de los achachis aymaras.Si queremos que nos respeten en el exterior no hay que llorar tanto. Siempre hemos pedido ayuda sin tener que contar historias tan truculentas. Saben de sobra nuestros vecinos y los que están más lejos que somos unos pobretones. ¿Para qué humillarse más? S.E., sin embargo, se enfrenta sin motivo, con EEUU, y nos liquida los mercados gringos. Llora miserias por un lado y pega por otro. Chávez le hace creer que todo lo de Bolivia lo va a arreglar él y no ha hecho, hasta ahora, sino dar plata para repartirla entre los masistas.
Ni gas, ni petróleo, ni tampoco vamos a ver nada que reemplace el ATPDEA perdido.Ya no hay que llorar, Presidente. Aguantémonos nomás. Levante la moral de su gobierno y deje que su Vice siga diciendo que a la derecha ya se la ha derrotado hasta militarmente. ¡He ahí un hombre, carajo! ¡Ahí tiene a un Stalin heroico que borrará a los fascistas nativos! ¡Métale, Vice! ¡Avanti con tutti! Eso es mejor que la sorpresa que nos llevamos hace unos días en la tele cuando S.E. estaba sentado al lado de Chávez, aplaudiendo a un cohete que salía de China.
Habló S.E. sobre la importancia de las comunicaciones. Sabemos todos que en Bolivia las comunicaciones han mejorado mucho. Dicen —debe ser una exageración— que hay un celular por cada dos habitantes. ¿Por qué entonces S.E. fue a decir, delante de cientos, que en Bolivia todavía se utilizan "chasquis"? Es una mentira gorda y nada más.*Manfredo Kempff S.
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