Los mejores pateadores de tiros penales son los que descolocan al arquero. Amagan para un lado y disparan al extremo opuesto. De esas cualidades parecen ser los magistrados del tribunal de La Haya, quienes acaban de meterle la pelota por debajo de las piernas al gobierno boliviano.
Hace unos días, los juristas fueron elogiados por el presidente Morales, quien les tributó su respeto y confianza luego del fallo relacionado al conflicto Perú-Chile. No habían terminado los aplausos y cuando en La Paz, la crema y nata de la diplomacia boliviana presente y pasada, le recomendaba al Primer Mandatario continuar con su demanda, el Tribunal Internacional hacía pública una sentencia que obliga a Bolivia a pagar 41 millones de dólares a la empresa británica Rurelec, por la nacionalización de sus activos en la planta generadora de Guaracachi.
Lo peor de todo es que hay casi una docena de empresas extranjeras esperando su turno en la corte de la ONU en Holanda y dado los antecedentes, Bolivia no tendrá más remedio que amollar, con la esperanza de que alguito nos caiga en la demanda marítima. Con esta medida, no hay duda que se cae todo el andamiaje, discursos y poses que asumió el régimen durante el proceso de nacionalización. ¿O es que alguien se atreverá hoy a contradecir o desconocer a La Haya como se hizo en el pasado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario