Afortunadamente, la vida privada de los jefes de Estado no suelen ser comidilla de los medios de comunicación en Bolivia, aunque hay algunas corrientes periodísticas muy serias que dicen que los presidentes no tienen ese derecho y prueba de ello es lo que, por ejemplo, ocurrió con Bill Clinton, quien estuvo a punto de perder su cargo por su relación con una becaria de la Casa Blanca.
El hecho de que Clinton haya sido considerado en ese momento como uno de los mejores hombres en haber ocupado la primera magistratura en Estados Unidos no lo libró del riesgo. El caso que ha cobrado notoriedad en nuestro país es muy distinto, pues además de las relaciones familiares, hay un detalle que debe ser investigado.
Muchos se preguntan qué méritos hizo la persona en cuestión para adjudicarse varios contratos con el Estado por un valor superior a los 550 millones de dólares. Que no vaya a pasar como el Fondo Indígena, donde también se produjeron algunos rumores de “radiococina”, aunque lo más importante sigue siendo los millones que no aparecen.
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