transcribimos aquí un artículo que pinta de cuerpo entero a un dirigente de El Alto, masista y dirigente de la Central Obrera. La denuncia la hizo el mismísimo Jefe de la Aduana:
Cuánta credibilidad tienen los sectores sociales de occidente? La respuesta seguramente la podemos obtener luego de enterarnos, no con sorpresa sino con preocupación, que las organizaciones que han tenido en el pasado la misión de luchar por el pueblo, ahora están en manos de oportunistas e inescrupulosos.
Eso es lo menos que se puede decir del dirigente de El Alto, Edgar Patana, quien intentó mover un contrabando de 2 millones de dólares chantajeando a las autoridades de la Aduana Nacional en La Paz y Oruro.
Es este mismo dirigente el que en reiteradas oportunidades amenazó a Santa Cruz y criticó y rechazó las autonomías, seguramente para beneficiarse de los recursos que da el centralismo. También calificó de ladrones, oligarcas y otros adjetivos a los dirigentes cívicos y autoridades de este departamento oriental, cuando la enfermedad estaba en su casa.
Sin entrar en mayores detalles de esta acción, podemos citar varios casos no sólo de dirigentes de organizaciones sociales y supuestas organizaciones sociales, sino también de autoridades como el caso del ex ministro Hugo Salvatierra, quien aprovechando su cargo cometió muchos delitos amparado en la protección de un cargo estatal, según denuncia reciente.
Muchos podrán decir que en todas partes se cuecen habas y que estos dirigentes y ex autoridades no son la excepción, pero lo que sí podemos manifestar con certeza, como periodistas, es que hemos visto pasar a través de años actividad a muchos gobiernos pero ninguno tan desafortunado para el país como el actual.
Más del 53 por ciento de votación no alcanzó para gobernar, ni siquiera para hacer buena letra y satisfacer las mínimas necesidades de esa gente que buscaba desesperadamente un cambio que lo hizo inclinarse a favor del MAS. Ahora dicen nunca más.
Lo que no vieron quienes ganaron es que no fue un voto a favor de un partido político o un líder destacado, fue un voto por el cambio, para salir de lo viejo conocido para probar lo nuevo. Ahora se dice más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer.
Qué triste es ver a nuestro país dividido por 500 años de una culpa que nadie tiene pero que es bien manejada para tapar los errores de una gestión que pocos dirigentes sindicales se atreven a cuestionar.
Siempre se habló de que Bolivia es diversa y que ninguna región se parece a la otra, pero nunca se dijo que esa diferencia llegaría a enfrentarnos entre quienes no tenemos el mismo color de piel o la misma profundidad del bolsillo.
No podemos decir que pensamos distinto, ya que con seguridad todo el pueblo boliviano quiere mejor servicio de salud, de educación, trabajo, mejores ingresos, mejor calidad de vida. Esas necesidades no son un privilegio de los indígenas o campesinos, sino de todo el pueblo boliviano que cada día ve cómo sus ingresos van bajando junto al dólar.
Estas necesidades no fueron atendidas por el gobierno y tampoco han tenido el reclamo de organismos como la COB. Hasta el momento, todas las protestas han sido en contra de las autonomías y de los oligarcas opositores. Ahora mismo, la COB ha convocado a una marcha contra los empresarios cruceños. Acaso no saben que si se cierran las empresas ya no habrá empleo?
No se ha visto que ninguna organización sindical reclame por el alto costo de vida, por la carencia de productos alimenticios, por el inminente peligro del cierre de empresas, industrias y la quiebra del sector agropecuario que se constituye en el motor de la economía nacional.
Hasta el momento sólo existe una Bolivia para esos nefastos dirigentes sindicales, para el gobierno y para algunos que se hacen llamar defensores de los derechos humanos y del pueblo: la Bolivia indígena y campesina y se han olvidado de los barrios periféricos de todas las ciudades que tienen anillos de pobreza provenientes de la migración del campo a la ciudad.
Esa Bolivia indígena y campesina es utilizada como el mejor instrumento de marketing político oficialista y sobre el cual ningún dirigente ha pegado el grito al cielo para mostrarle al gobierno que hay millones de pobres en todo el país.
Por ello, es hora de que el pueblo boliviano empiece a pensar por cuenta propia, sin escuchar las voces embargadas por las dádivas de muchos dirigentes que tienen un odio enfermizo a todo lo que se llame desarrollo, producción, trabajo y prosperidad.
A pesar de todo, habemos quienes tenemos la confianza de que la sabiduría del pueblo se impondrá, como siempre lo ha hecho, por encima de los intereses personales de dictadores, sean estos militares o civiles disfrazados de demócratas que no conocen el significado de esa palabra.
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