No es la primera vez que el presidente Morales afirma que el minoritario sector indígena campesino del país (ver los resultados del censo 2012, al respecto), a través del instrumento político conocido como el MAS, ha llegado al Palacio de Gobierno para quedarse allí, ejerciendo el poder político, indefinidamente. A pesar de ser una típica frase de balcón, propia de la carrera electoral, dicha y repetida como pronóstico de gitanos que se leen mutuamente las barajas del destino, despierta tanto entusiasmo como críticas y preocupaciones en el resto de Bolivia.
Es absolutamente cierto que el retrato al óleo del ciudadano Evo Morales, como presidente electo y constitucional, quedará para siempre en la galería de pinturas de expresidentes que tiene el Palacio. También los libros de historia incorporarán su nombre y años de Gobierno como parte de sus páginas; con lo relativa, precaria y enigmática que resulta esta ilusión: para siempre.
Cuando se repatriaron los restos mortales del mariscal Andrés Santa Cruz (sin ‘de’, él nunca escribió su nombre con esa preposición ), para rendirle homenaje después de tanto olvido, después de vivir en el exilio hasta su muerte y de permanecer un siglo en un cementerio francés, y después de cobijarlo, para siempre, en un mausoleo especialmente construido en la Catedral paceña, al lado del Palacio de Gobierno, se aprobó un decreto mediante el cual se dispuso que el retrato del expresidente se colocara, desde entonces y para siempre, entre los retratos de Bolívar y Sucre. El Gobierno de Morales borró de un plumazo y sin ningún rubor o consideración aquel decreto y se eliminó el retrato de Santa Cruz de todo muro público. Se dispuso, asimismo, que a la derecha del altar patrio se unieran las figuras de Bolívar y Sucre; que en el centro se colocara el escudo nacional y a la izquierda ingresarán, por vez primera y para siempre, míticas figuras de líderes indígenas.
Nada dura para siempre, excepto Dios. En democracia hay que renovar el poder político mediante elecciones cada cierto tiempo. La voluntad y los deseos de permanecer para siempre en el poder son importantes, pero el que decide es el ciudadano con su voto y no hay lealtad electoral que dure para siempre
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