Bolivia no deja de sumar paradigmas a la teoría política y a la economía jurídica mundial. Todo empezó con aquella directriz presidencial “Yo le meto nomás aunque sea ilegal, para eso tengo abogados, para que lo legalicen”. Eso permitió poner patas para arriba el Código Penal y los principios del debido proceso.
Ahora resulta que es el acusado el que tiene que demostrar su inocencia y las leyes están por debajo de los decretos. En el caso de la pirámide judicial, es el ministro de Gobierno el responsable de declarar “Caso Cerrado” y en situación de crisis, tal como hacen los niños cuando juegan a la “mancha” las autoridades pueden gritar “Yo no fui” y automáticamente quedan libres de toda responsabilidad civil y penal.
Cuando las cosas aprietan aún más se puede recurrir a la ya clásica figura de la “ruptura de la cadena de mando” y eso no sería de ninguna manera una “estrategia envolvente”, son puras “trampas nomás”, como alguna vez lo reconoció el propio presidente. La gran innovación en la nomenclatura del Derecho Plurinacional es el “blindaje”. Es más o menos como llegar a la tuja y quedar protegido de todo, de acusaciones de corrupción, de sospechas de terrorismo de Estado, de tráfico de influencias y violación a los derechos humanos.
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