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lunes, 12 de diciembre de 2016

El Deber reclama porque la Verdad se imponga en el tema del avion que se llevó la vida de 71 personas en Medellín, Colombia. hasta ahora prosiguen las investigaciones y el diario mayor no desea adelantar juicios de valor, lo cierto es que la insuficiencia de combustible en el CP993 de LaMia, provocó esa tragedia atribuíble al piloto que decoló con la deficiencia.

Hoy se cumplen dos semanas del infausto accidente del 28 de noviembre pasado que segó la vida de 71 personas al estrellarse la aeronave “charter” de LaMia -ya sin combustible- contra un cerro cercano a Medellín. La máquina transportaba al equipo titular de fútbol Chapecoense del Brasil, junto con un nutrido grupo de periodistas y dirigentes. El mundo entero se conmovió. De inmediato la memoria colectiva del país recordó el drama de Viloco (1969) donde perdieron la vida los jugadores de primera división del club The Strongest de La Paz. Más atrás en el tiempo, cabe recordar las desgracias del Torino de Italia (1949) y del Manchester United de Inglaterra (1958), ambas escuadras -de esas épocas- inmoladas en sendos accidentes de aviación.

Como casi siempre ocurre, los aspectos irregula-
res (si los hay) se revelan solo una vez surgido el drama. Hasta antes del trágico hecho, la aerolínea LaMia aparecía con buena imagen y hasta favorecida por las esferas gubernamentales de Bolivia. Realizó el transporte de varias selecciones y equipos sin ningún problema.


El propio presidente Evo Morales y varios de sus colaboradores viajaron en sus aviones. Empero, he aquí que una vez producido el siniestro comenzaron los interrogantes y se fue “destapando” una serie de irregularidades, entre ellas la grave circunstancia de autorizar la salida del avión sin haber cargado el extra reglamentario de combustible para emergencias. En fin, la investigación aún está en curso y por eso preferimos no emitir de antemano ningún juicio de valor. Lo realmente importante, lo que vale ahora, es aclarar al máximo los alcances de la tragedia, sus causas reales, e impedir que algo tan horrible se repita.

La imagen de Bolivia está en juego ante la comunidad sudamericana e internacional. Es por eso que todo debe aclararse al 100%, sin dejar
ningún resquicio de duda ni ocultar nada, agregando la certificación de los fabricantes de la aeronave, cuyos técnicos especializados están ahora inves-
tigando la llamada “caja negra”, el instrumento que registra datos técnicos y voces de la cabina durante el vuelo.

Un esclarecimiento pleno de la cadena de hechos que precipitaron el colapso será el mínimo homenaje que se le podrá rendir a un grupo de jóvenes que hasta pocos minutos antes de fallecer estaban felices, cantando y escuchando música. Esas vidas inocentes merecen que se conozca la verdad. Tal debe ser el firme compromiso de las autoridades de los tres países que intervienen en la investigación.

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