En estas fechas de recogimiento y paz, cuando nos reunimos con nuestros familiares y amigos, debemos agradecer por todas las bendiciones que hemos recibido, recordar las pérdidas queridas, aquellas que partieron, y hacer un compromiso de solidaridad y unión para los tiempos difíciles que vienen. En Bolivia, unos han festejado mejor que otros, como siempre. Hubo quienes tuvieron más posibilidades y quienes tuvieron menos y hasta los que no tuvieron ninguna para celebrar nada. Esa situación no ha mejorado en el país. Por eso el haber colaborado un poco, dando algo para que los más pobres se sintieran mejor, es la obra más importante y admirable que pudo hacerse en la Navidad y es lo que hemos visto hacer, solidariamente, en nuestro pueblo.
Esperemos que en esta bendita tierra de liberación la Navidad y las fiestas del nuevo año transcurran sin mayores sobresaltos que a los que ya estamos sometidos. Quiera Dios que durante estos días, aunque sea por respeto a los creyentes, baje la tensión política, se olviden por un tiempo las agresiones y persecuciones, y se trate de sonreír un poco, de estrechar las manos de la gente. Nuestro admirado José Gramunt dice que “a muchos nos apena que las trompetas de los “días de la ira”, de odio, de rencor, y de venganza resuenen en los ámbitos políticos oficialistas, en lugar que las palabras de reconciliación y de paz”. Esperemos que esos “días de la ira” se aplaquen en señal de respeto a nuestras tradiciones cristianas.
Santa Cruz siempre ha sido tierra de libertad; ahora debemos hacer todo lo posible para que sea, además, tierra de liberación. Parece lo mismo pero no lo es. Los cruceños nos ufanamos de haber sido siempre libres. Ahora estamos destinados a ser tierra de liberación, porque de otro modo no nos comprenderíamos a nosotros mismos. Y nada mejor que reiterar este propósito en fechas como las que atravesamos, donde nuestro espíritu cristiano, católico, ecuménico, hoy está adorando a Cristo, pero mañana, en el año que se inicia, tendrá que estar luchando por su supervivencia amenazada. Porque, desgraciadamente, algunos bolivianos esperan que estas fiestas sacras transcurran rápido, que pasen las oraciones, los villancicos y Santa Claus, para reincidir en su afán cotidiano, que es el acoso y amedrentamiento. Esto que celebramos con alegría la gran mayoría de los bolivianos, para los nuevos mandones resulta incómodo, casi impertinente.
La iracundia gubernamental contra Santa Cruz no se permite treguas. Hasta pocas horas antes de la Nochebuena, S.E. continuaba lanzando dicterios que iban intencionadamente contra esa “derecha” con que, sibilinamente, se nos acusa. Ha dicho que quienes se le oponen son unos cobardes. Los anuncios graves de medidas a tomarse a partir de enero están dirigidas contra los cruceños.
Por si eso fuera poco, otro alcalde más, esta vez el de Cotoca, Wilfredo Añez, era procesado en un santiamén y enviado preso a Palmasola, para ser reemplazado por el dedazo masista. S. E. habla de cobardías y dice que él se defendió valientemente contra todos los gobiernos anteriores. Falso. Que recuerde, S.E. más bien, entablaba juicios por calumnia a quienes desconfiaban de su jefatura cocalera. Él enjuiciaba a ministros en las épocas “neoliberales”. Tenía las libertades que ahora él mismo niega.
Los “acruceñados” del MAS tratan de justificar los atropellos del Gobierno al que se han sometido, tal como los colaboracionistas franceses de Vichy justificaban la ocupación nazi y decían que había que obedecer al vencedor para evitar mayores males. ¡Una traición inexcusable! Es bueno que recuerden los que así actúan que, expulsados los invasores, los colaboracionistas recibieron el desprecio social y como estigma lucieron, en el caso de las mujeres, las cabezas rapadas.
La fe cristiana de los cruceños, su apoyo pleno al Cardenal Terrazas, su devoción por la Virgen de Cotoca, han hecho que no hayamos olvidado el significado de la Navidad, aunque, la comercialización del festejo, ofenda en momentos tan críticos. Todavía podemos decir que mantenemos un elevado espíritu cristiano, que no hemos caído en la suplantación pagana impuesta desde el Poder, y que seguimos convencidos de nuestro destino de tierra de liberación.
Eso es muy importante, cuando oímos contar a los criollos de occidente que vienen hasta nuestros pagos, que ya siente en resuello de la dictadura cósmica junto a sus orejas, contando que en La Paz ha llegado el tiempo del susurro. Se susurra en los cafés y se susurra en los lugares públicos; se susurra hasta en las propias casas por el temor a la denuncia. Hay miedo en estas fechas santas. Miedo a los soplones y delatores.
Esperemos que reconfortados con la Navidad tengamos entereza y coraje en el año que se avecina, que, por las amenazas de los amos del Poder, puede ser funesto para muchos. Mientras tanto, cumplamos con resistir el despotismo y el avasallamiento, sigamos produciendo por encima de las trabas, sigamos creciendo, sigamos imparables, y estemos preparados para enfrentar las contingencias más duras. Nuestras tradiciones así lo exigen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario