Ya no es suficiente para el régimen de Evo Morales manejar la justicia a su antojo para perseguir, derrocar y conseguir la muerte civil de cientos de líderes opositores. Ahora también los denigra y descarga toda su ira contra ellos con insultos como “sinvergüenzas”, “cobardes” y “mañudos”. Hacen eso porque saben que la ciudadanía no cree en la justicia que están administrando, aunque nadie se atreva a decir nada, porque el miedo se ha instalado en la sociedad boliviana. No los respetan y tampoco los aprecian y prueba de ello son los bajísimos índices de aprobación del Gobierno y también del presidente. El temor es el único saldo a favor del que goza el “proceso de cambio”.
El cinismo es el instrumento más usado por el régimen para tratar de respaldar su estrategia de persecución. De manera insistente reclaman que los acusados que se defiendan ante la justicia y que no sean “cobardes”, pero cuando el ex alcalde de La Paz, Juan del Granado, muestra evidencias que prueban que Evo Morales y todo su gabinete avalaron las medidas que hoy son calificadas como “hechos de corrupción”, lo llaman “mañudo”.
Para Álvaro García Linera, son “sinvergüenzas” quienes optan por el autoexilio y se declaran perseguidos políticos, porque no quieren vivir el mismo calvario de Leopoldo Fernández, víctima de la mayor manipulación de la justicia que se haya visto en el país. Saben que ya no se puede confiar en un Poder Judicial, cuyos miembros han sido designados a dedo por el presidente, quien a su vez, es el que decide si se deben aceptar o no las decisiones de la Corte Suprema, porque de antemano, él ha sido el que ha señalado quién debe ser enjuiciado, detenido, derrocado y condenado. Y no es precisamente un valiente el que, además de enfrentar un juicio en el que los fallos se redactan en el Ministerio de Gobierno, se le establezca la exigencia de probar su inocencia, un principio inaugurado por el régimen del MAS y que sólo rige en Bolivia.
En los tiempos que corren en el país, es un descaro exigirle a un fiscal una mísera prueba que respalde ciertas acusaciones de terrorismo. Y es que el sistema judicial que se ha montado, actúa a imagen y semejanza del modelo caudillista imperante, que no tolera críticas, cuestionamientos y menos exigencias de respeto a las normas, porque las leyes las hace “él” y para eso tiene abogados para que las ejecuten.
Deberían ser considerados valientes los que respetan la democracia y las leyes y, en todo caso, un “sinvergüenza” el que usa todo tipo de mañas para deshacerse de sus adversarios políticos, por temor a enfrentarlos en las urnas en un futuro cercano, que por cierto, puede aparecer lleno de nubarrones para un régimen que ha perfeccionado las viejas y pervertidas formas de hacer política y que promete una situación catastrófica en lugar de “cambio”. Debería ser una valentía para el régimen, analizar qué tipo de sociedad está construyendo y qué valores son los que está promoviendo, sobre la base del cinismo y la impostura. Cobarde es quien no es capaz de imaginar el legado que este régimen le está dejando a las futuras generaciones, a la gente que se ilusionó con un país más justo, con menos pobreza y más unidad.
Deberían ser considerados valientes los que respetan la democracia y las leyes y, en todo caso, un “sinvergüenza” el que usa todo tipo de mañas para deshacerse de sus adversarios políticos, por temor a enfrentarlos en las urnas en un futuro cercano, que por cierto, puede aparecer lleno de nubarrones para un régimen que ha perfeccionado las viejas y pervertidas formas de hacer política y que promete una situación catastrófica en lugar de “cambio”.
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