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martes, 28 de diciembre de 2010

Humberto Vacaflor es el primero en referirse con algún detalle al "maldito decreto" como se empieza a llamar al alza

Las oficinas de las petroleras están alfombradas con pieles de tigres, de todos los tigres que alguna vez las desafiaron, he repetido en mis columnas. Ahora, las petroleras ganaron una batalla más. El Estado boliviano ya no les pagará 27 dólares por barril, sino 60. De eso se trata todo esto.

Puedes llamar lo que quieras a las revoluciones, pero que pagas a las petroleras, pagas.

Aquello de que los precios deben ser fijados fríamente por el mercado es uno de los principios básicos del neoliberalismo, del que se suponía que los bolivianos nos habíamos alejado.

Son las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que Gonzalo Sánchez de Lozada aplicó en 1986 y los bolivianos conocemos como 21060. No hay nada nuevo bajo el sol. El presidente puede hablar con acento de gringo o de aimara con deficiencias de aprendizaje, pero el credo del neoliberalismo suela igual.

Que el presidente Evo Morales esté ausente en un momento tan tenso es uno de los principios de la personalidad del Primer Mandatario, incluso cuando ordenaba los bloqueos salvajes en el Chapare. En política, quien se corre una vez y tiene miedo, se corre siempre. Lo que le falta al presidente se suele llamar también agallas.

Que el vicepresidente haya tenido que hacer el anuncio del gasolinazo revela que él debe dar pruebas cada vez más duras para seguir en la carrera para integrar el binomio en 2014. Ahora tiene un fuerte rival en David Choquehuanca.

Que el gobierno haya decidido dar este golpe tan duro revela que sus encuestas le dan mucho margen de ventaja en las preferencias. Pero el propio MAS sabe que las encuestas en Bolivia son poco fiables.

Que el golpe tenga como propósito político romper el espinazo de la agroindustria cruceña, para luego revertir las tierras y dárselas a los cocaleros, es otra sospecha. Sobre todo cuando se trata de un gobierno que sólo sabe odiar y destruir.

Los soyeros bolivianos fueron prohibidos de exportar pero sobrevivieron. Ahora se les pone la soga al cuello.

En Paraguay, el diesel, también venezolano, es vendido a los soyeros sin impuestos y a los transportistas con una subvención. Esos industriales provocaron que la economía paraguaya crezca este año en 14,7%.

Hay sudamericanos que tienen más suerte que los bolivianos.


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