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sábado, 27 de abril de 2013

robos en templos católicos han provocado alarma e indignación. es causa de preocupación según OPINION porque ni la Iglesia ni el Estado han tomado precauciones para evitar que sigan sucedido tan fácilmente!


Hasta ahora los robos no fueron asumidos por la Iglesia y el Estado en su justa gravedad para adoptar medidas que los eviten en parroquias, templos e iglesias. 

La ola delictiva ha llegado a los templos e imágenes católicas que poseen objetos de valor monetario y de innegable patrimonio histórico y religioso. Estos delitos se vienen registrando desde hace algún tiempo y casi de manera sistemática. 

En un recuento de estos hechos por lo menos han sido robadas 20 iglesias principalmente en provincias y comunidades campesinas, con el despojo de piezas de plata, de oro de retablos, joyas, pinturas, platería, coronas de plata, sagrarios, ornamentos, arcos, candelabros, es decir los objetos que son característicos en estos centros de oración, misas, contrición y reflexión religiosa.

El último robo fue a la Virgen de Copacabana a quien le despojaron de la corona, la canastilla y la media luna que adornaban la imagen. Policías especializados se encargan de realizar las investigaciones para dar con los rateros. Y resultado de estas investigaciones se ha informado que se ha detenido a tres sacerdotes franciscanos que están a cargo de la parroquia de Copacabana. El robo a la imagen de la Virgen de Copacabana parece haber colmado el vaso, porque se trata de la imagen más venerada en la fe católica, junto a la de Urkupiña de Cochabamba y de Cotoca de Santa Cruz, sin desmerecer la fe que conmueve a fieles de otros templos e iglesias en el país.

En la interpretación católica estos hechos podrían ser calificados como sacrílegos, pero en realidad tienen que ver con delincuencia común y la falta de medidas de seguridad en las iglesias y que además de la fe que convocan, son parte de la tradición y la cultura de los pueblos que en términos prácticos tienen valor en dinero y otras piezas con valor histórico y artístico, pues algunas resultan difíciles de reproducir.

Lo que mucha gente se pregunta es por qué estos robos se reproducen con una relativa facilidad, ya que la secuencia de los mismos parecen justificar estas inquietudes, mucho más si de acuerdo a los partes policiales, incluso en templos donde se adoptan medidas de seguridad y vigilancia, el robo se registra.

No hay duda que el robo y vandalismo que se comete en estos lugares representa un daño a la fe y a las creencias de los católicos pero también al patrimonio cuya obligación de resguardo está a cargo de los sacerdotes y responsables de los templos e iglesias y del mismo Estado. Recién ahora, cuando los robos ya llegan a límites inverosímiles el Ministerio de Culturas anuncia que se realizará un protocolo de seguridad y de medidas preventivas para resguardar las reliquias y para que los responsables sepan cómo actuar cuando ocurren estos hechos.

Hay que reconocer, sin embargo, que los robos que se registran en estos recintos religiosos, no representan algo inédito, porque en el pasado también ha estado en entredicho la seguridad de objetos religiosos y de pinturas y que en alguna ocasión se verificó que principalmente las pinturas fueron a parar de contrabando a mercados extranjeros donde tienen valor estimable.

Hasta ahora estos delitos no fueron asumidos por la Iglesia católica y el Estado en su justa gravedad para adoptar decisiones y medidas que los eviten. Lo ocurrido con la imagen de la Virgen de Copacabana, tal vez obre el milagro o cuando menos la disposición de precautelar las reliquias y el patrimonio que guardan templos, parroquias e iglesias.

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