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jueves, 7 de enero de 2016

El Vaticano y el Estado de Palestina titula Caballero articulista de El Deber, SC al referirse al trabajo de la diplomacia del Papa Francisco para procurar la Paz al pueblo palestino. destacado esfuerzo que merece todo respaldo.

Ceños fruncidos y una lluvia de opiniones encontradas ha provocado el anuncio de un acuerdo entre la Santa Sede y Palestina, cuyo contenido está orientado a múltiples actividades entre ambos Estados y es parte del reconocimiento a las reivindicaciones del pueblo palestino, que durante muchos años ha intentado consolidarse. La foto del papa Francisco y el presidente Mahmud Abás, donde se los ve dándose un cordial abrazo, es casi una provocación para los fundamentalistas que apuestan por la guerra y la hostilidad con su vecino Israel. 

Pero más allá del hecho que puede ser visto como un espaldarazo diplomático, está toda una estrategia orientada a la construcción de la paz duradera en esa atribulada zona. La tesis del Vaticano parte del reconocimiento de dos Estados independientes, que consolidan sus territorios y se reconocen mutuamente dentro de sus profundas diferencias. Allí conviven ciudadanos con diferentes credos y prácticas, que, en el pasado reciente y el presente, están distanciadas por dogmas e intereses. Probablemente la iniciativa del papa Francisco de pacificar aquella región sea la más importante desde que la ONU se empeñara en la delimitación de los territorios en disputa. Israel mantiene sus abismales diferencias, especialmente con la facción que gobierna la franja de Gaza desde 1960, a la que le atribuye la constante amenaza contra su territorio y sus intereses. De ahí que los acercamientos que están siendo propiciados por los equipos diplomáticos del Vaticano, seguidos muy de cerca por el sumo pontífice, resulten muy complejos. 

La búsqueda de la paz y la apertura de una oportunidad para consolidarla es solo el principio; aún falta mucho para que el éxito corone los esfuerzos que se realizan para bajar la presión. El papa, con su personalidad magnética y su apego a las enseñanzas bíblicas, intenta conseguir lo que los ejércitos y las armas no han logrado hasta hoy: paz duradera y justicia en Oriente Medio, la región considerada tres veces santa, por las religiones monoteístas que están involucradas en el proceso 

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