Cuando el actor Sean Penn estuvo de visita en Bolivia, hace un par de años, la información oficial decía que venía para saludar a su amigo Evo Morales, quien lo había nombrado embajador de las causas nobles del “proceso de cambio”.
La realidad es que el actor norteamericano vino por otro amigo, Jacob Ostreicher, cuyo caso cobró notoriedad cuando la estrella hollywoodense se presentó nada menos que en Palmasola, donde languidecía por obra y gracia de un aparato de persecución y extorsión controlado por varios ministerios.
Por eso y por la polémica entrevista que le hizo Sean Penn a Joaquín “El Chapo” Guzmán en la clandestinidad es que ahora hablan de la maldición que causa el actor a sus “amigos”, ya que a través de ese contacto las autoridades mexicanas pudieron dar con el paradero del escurridizo narcotraficante.
Es más, se sospecha que los contactos previos para acordar el diálogo se produjo en territorio venezolano, con la protección de altas esferas políticas que podrían complicar aún más al régimen de Nicolás Maduro. Algunos dudan de los propósitos de Sean Penn y otros se preguntan para quién trabaja. Pero no hay que negar que el actor sabe explotar el ego de los poderosos.
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