El Gobierno ha tenido que disculparse con Argentina por haber amenazado con cortarle el suministro de gas natural por una deuda acumulada, que en principio se dijo que era de tres meses.
La advertencia se hizo pocos días después de la posesión del presidente Mauricio Macri y el gesto no fue entendido como un acto de politiquería barata, sino también un hecho improbable (cortar el gas no es como apagar un foco o cerrar un grifo) y sobre todo, una señal imperdonable para un proveedor que aspira a convertirse en un distribuidor continental de energía.
Los argentinos no solo aceptaron las disculpas, sino que iniciaron un plan de pagos con una cuota de 25 millones de dólares. Pero al mismo tiempo, el ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay, aclaró que en realidad no son tres sino seis los meses de atraso que mantiene su país y que la deuda es de 500 millones de dólares, asunto que se mantenía en silencio cuando gobernaba la “comadre” Cristina Fernández, quien acostumbraba a comprar la paciencia boliviana a punta de títulos de doctor honoris causa.
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