Han pasado más de 50 años que nuestro país tenía el orgullo y la seguridad que los alimentos producidos en nuestro territorio garantizaban la seguridad alimentaria de los bolivianos. En base al plan Boham y de la Corporación Boliviana de Fomento (CBF), el país instaló los ingenios azucareros en Santa Cruz y Tarija, las plantas industrializadoras de leche, los cultivos de soya y de arroz, la producción de maíz, fomento la cría de carne vacuna y demás productos que no sólo garantizaban la alimentación de la población, sino que fomentaban la producción agrícola y pecuaria, el transporte de materias primas y de productos, la comercialización y, en definitiva, el empleo.
En esos 50 años, los diferentes regímenes políticos, incluyendo las dictaduras, prestaron una atención especial a lo que se producía en el país, ampliando las posibilidades de inversión en otros rubros y actividades, como la generación de energía eléctrica, la producción de cemento, las telecomunicaciones y la fabricación de bienes y servicios, en beneficio de los bolivianos y bolivianas. Los informes económicos nos hacían vivir en un país extraordinario con una economía dirigida y planificada por un superministro, imposible pensar que existan problemas de la vida diaria y rutinaria de los bolivianos. Sin embargo, como fantasmas, como espectros salidos de alguna gaveta, estos problemas se hicieron realidad. Están y ocupan cada hogar y van más allá de la conversación diaria o el corrillo de los cafés y mercados.
Son problemas reales que tocan al bolsillo de cada boliviano y cada boliviana, preocupan y desnudan a esa situación de bonanza, tantas veces repetida por las autoridades de Gobierno. Gobierno que no encuentra las soluciones y que tiene que afrontar a un país en sus problemas cotidianos, como son el suministro de combustibles, alimentos y materiales de construcción. Soluciones de respuesta fácil y simple, importar a 100 y vender a 50. Solución, propia del apuro y la ineficiencia, con excusas pueriles donde el cambio climático y el neoliberalismo son los responsables de la escasez y del infortunio de este país. Qué fue de la intensión de vivir bien si cada día estamos peor.
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