Veo que el concepto de “democracia payasa” que acuñó Vargas Llosa al recibir el Premio Nobel a muchos les ha resbalado. Leo en la prensa de hoy (El Deber, Pág. 9) que el partido de gobiernotiene bajo consideración una propuesta para reducir las penas a los narcotraficantes “chicos”. Se trata de una complicada iniciativa para establecer en los delitos de narcotráfico categorías como en el boxeo: de peso mosca a peso pesado, de todas las categorías.
“No puede ser igual (la pena) para quien trafique uno o dos kilos que una o dos toneladas. Hoy, las penalizaciones son las mismas”, declaraba el senador del MAS Eugenio Rojas. Es como querer establecer categorías por asesinatos: “Sólo la mató un poquito, con un cortaplumas”. O como establecer diferencias entre matar con una bala .22 o con una granada. En ambos casos, se pierde la vida. O se inicia o se consolida el vicio.
Las normas todavía vigentes castigan con 5-10 años de presidio a los fabricantes, 10-25 años a los traficantes y 8-12 años a los “mulas”, los que transportan la droga.
Los peso pesado del narcotráfico gozan de buena salud y libertad, de acuerdo al senador masista.
Desde la oposición han puesto el grito al cielo. Una norma como la propuesta sería “abrir las compuertas al menudeo”, de acuerdo a la diputada Norma Piérola.
La propuesta viene al pelo para el adjetivo utilizado por el escritor peruano. Y, lo más intrigante: Ocurre cuando el gobierno trata de lograr que la Convención de Viena sobre substancias peligrosas despenalice la masticación de coca. Ya pueden imaginarse los diplomáticos bolivianos la extrapolación que harán de la nueva propuesta quienes han dicho No a la propuesta de despenalización. El lunes deberá ocurrir un pronunciamiento sobre el planteamiento boliviano, que, por todo lo que se lee y escucha, parece ir raudamente hacia el rechazo.
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