Los cuestionamientos al trabajo del Tribunal Supremo Electoral (TSE) tienden a aumentar en la medida que se multiplican las denuncias de irregularidades en el conteo de las actas de votación recabadas el pasado domingo.
Todo empezó con la observación de las demoras inexplicables en la publicación de los resultados oficiales. Luego surgieron denuncias de adulteraciones, votos fantasmas y otros problemas, especialmente en Cochabamba, Santa Cruz, Tarija y Potosí, donde incluso se ha instalado una huelga exigiendo transparencia.
En Santa Cruz están buscando la impugnación de miles de mesas y los expertos están sugiriendo una auditoría general de los comicios para despejar cualquier duda respecto de la legitimidad del triunfo del presidente Morales. El caso es que, de acuerdo a los primeros conteos, se observó que los resultados eran notoriamente diferentes a los datos publicados por los medios de comunicación en base a encuestas en boca de urna.
Esta realidad pone en peligro la posibilidad de que el oficialismo logre los ansiados dos tercios en el Congreso. Posteriormente vino el sospechoso atraso del conteo, que milagrosamente se solucionó, pues el TSE ha publicado los cómputos oficiales sin atender ni una sola de las denuncias indicadas.
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