Casi de oficio y con evidente nervio electoralista, el juzgado que se ocupa del “caso terrorismo” decidió suspender las audiencias hasta después de las elecciones.
Fue como si se lo haya pedido expresamente el oficialismo (tal vez no hizo falta), con el objetivo de evitar las constantes revelaciones que hacen los testigos y los imputados, cuyos testimonios hieren constantemente la credibilidad del gobierno y muestran con lujo de detalles las bajezas cometidas por algunos exfuncionarios y personajes oscuros que hoy son candidatos del MAS.
Obviamente, como no podía ser de otra manera, surgieron inmediatamente las supuestas razones, que más parecen pretextos. Una juez ciudadana enferma, otros que son jurados electorales y demás minucias que no hacen más que confirmar que la Justicia también está en campaña electoral y que actúa en función de los mismos cálculos políticos que hacen los operadores del gobierno. Alguien dijo hace unos días que sentía vergüenza por la forma cómo actúa la justicia. Debería opinar sobre este bochorno.
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