P. ¿Bolivia está aprovechando este momento de altos precios de las materias primas, de inversión, de remesas?R. Definitivamente, no. Bolivia está desaprovechando un momento económico que es el mejor, probablemente, en los últimos 60 ó 70 años. Y lo está desaprovechando porque la política energética, que es nuestro punto más importante, es pésima, incoherente. El nivel de inversión extranjera en Bolivia es el más bajo en América Latina y los requerimientos de la inversión para desarrollar el ámbito energético son muy altos. Bolivia apenas cubre su obligación de exportar gas a Brasil y no cubre ni la mitad del contrato firmado con Argentina. El presidente jugó mediáticamente a una nacionalización que no hizo. Evo Morales no nacionalizó nunca a una empresa petrolera importante. Sin embargo, la idea de la nacionalización cuajó dentro y fuera de Bolivia, lo que espantó a los inversionistas porque las condiciones son de gran incertidumbre. El presidente cree que la inversión extranjera es mala y que la integración en mercados globalizados es un concepto equivocado.P. ¿Tiene al país preso de sus prejuicios ideológicos?R. Evidentemente, tiene al Gobierno preso de los prejuicios ideológicos y, en consecuencia, al país. La integración al mundo globalizado no es necesariamente rendirse ante el imperialismo y la descentralización y las autonomías no es necesariamente quebrar la unidad de Bolivia. La teoría de esa utopía estatista, de que el Estado propietario de los recursos garantiza la lucha contra la pobreza y mejores ingresos, tampoco es una cosa matemática; lo que no quiere decir que no sea positivo que el Estado recupere un espacio y una responsabilidad que había perdido.
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