Tratar de inventar el agua tibia o el hilo negro es una tendencia generalizada en el mundo, sobre todo entre los que no tienen más remedio, pues cuando se trata de creatividad lamentablemente el mapa mundial siempre se inclina hacia el mismo lado. Pero la historia no registra ningún intento de darle vuelta a las manecillas del reloj, algo que Bolivia podría patentar, ahora que la innovación está de moda y que marca la división entre países líderes y atrasados. Todos los relojes del mundo giran de izquierda a derecha por un simple convencionalismo, ya que no hay ni leyes físicas ni argumentos religiosos o ideológicos que lo respalden. Los inventores del reloj no eran imperialistas ni trataban con ello de someter a nadie. Esas son pamplinas que se les ocurren a las mentes subdesarrolladas que buscan afanes conspirativos debajo de cada piedra.
Los bolivianos necesitamos inventar cosas y tenemos la oportunidad de hacerlo ahora que la información y el conocimiento están disponibles para todos. Empezar por una zoncera como la del reloj puede ser un avance, a no ser que sea un truco barato para distraer la atención de la gente, un invento de los viejos romanos, que nunca dejaron de utilizar el circo para hacer de las suyas con el pueblo.
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