El viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, ha sugerido a los bolivianos no ser tan dependientes de la carne vacuna, una verdad infalible, pero hasta esas verdades se han vuelto relativas en este país. El funcionario dice que tanta inclinación por el bife no hace más que provocar inflación y propuso variar la dieta con pollo, carne de llama, cordero y también soya.
En esta lista tan atinada de Vásquez, se extraña la presencia de la quinua, un producto que ha ganado un sitial internacional por sus grandes poderes nutritivos, hecho que ha ocasionado un incremento de precios abismal. En los últimos meses, el kilo de quinua ha subido de 25 a 60 bolivianos justamente porque el 80 por ciento de la producción se va al exterior buscando mejores precios.
Sin embargo, ni Vásquez, ni ningún otro de sus colegas, tan hábiles para redactar decretos, ha dicho esta boca es mía y tampoco se les ha pasado por la mente frenar el comercio exterior de este cereal andino, como se hace frecuentemente con la carne, con la soya, con el maíz y otros productos que salen del oriente boliviano. Y obviamente no se trata de proponer que se prohíba la exportación de quinua, sino de buscar algo de coherencia y menos cinismo.
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