Ha transcurrido una semana de la muerte del expresidente del Servicio Nacional de Caminos (SNC), José María Bakovic. Este acontecimiento lamentable, está unido a la situación judicial que mantuvo desde hace ocho años en tribunales para defenderse de 76 causas procesales a raíz de su gestión en la institución caminera, en cuya presidencia, fue designado por una mayoría congresal y dentro de un proceso de institucionalización. Gestión en la que buscó terminar con el negociado y la corrupción.
Bakovic peregrinó de fiscal en fiscal, de juzgado en juzgado, como el más interesado en que se haga justicia, buscando esclarecer no solo las acusaciones que pesaban en su contra por la ejecución de importantes obras camineras, sino también, en resguardo de su prestigio profesional y personal.
Es que el mejor escenario, no solamente para demostrar la verdad de las acciones de los ciudadanos respecto a sus obras y conductas, sino además para redimirse ante la patria y su gente es precisamente la justicia. Quizá por ello hay personas que comprenden, que enfrentar a la justicia, es la mejor opción, para restituir la honra puesta en duda. Quizá por ello este ciudadano escogió y se acogió a la justicia, una senda de suyo complicada porque responder a ella en un país donde endémicamente esta institución del Estado no goza de credibilidad, importa esfuerzo, exigencia personal y valentía. Los pusilánimes optan por marcharse del país, por fugar, pisoteando el honor propio.
Este no ha sido el caso de este hombre, porque hasta el final luchó, contra la injusticia de la justicia. Murió en realidad, no en el hospital de Cochabamba, sino en el estrado judicial paceño al cual fue convocado, pese a que los administradores de justicia, sean fiscales, jueces o médicos forenses conocían que en cualquier momento podía estallar su corazón. Hasta hoy, estos administradores no saben cómo deslindar sus responsabilidades, posiblemente, porque tampoco podrían explicar, por temor, cargo de conciencia o inconsistencia, los motivos de sus erradas decisiones.
La muerte de Bakovic, encierra una historia dramática, que a diferencia de la del capitán Dreyfus de la Francia de 1898 que fue condenado por error judicial, pero luego reivindicado porque se encontró al verdadero culpable, la justicia boliviana lo que hizo fue perseguirlo y acosarlo, no establecer la verdad. Por el contrario, mostró su rostro más deshumanizado, término empleado, rescatable, nada menos que por el diputado Héctor Arce (MAS). Acepta que la justicia boliviana está deshumanizada, que muestra falta de humanidad revelada por los administradores de justicia, “que de manera poco reflexiva toman determinaciones muchas veces sobre la libertad de las personas que pueden afectar la vida de las mismas”.
Resulta tan grave que exista una justicia deshumanizada, porque si la justicia no comprende el valor de la vida, no podrá entender la esencia del ser humano y por consiguiente, la justicia, estará siempre expuesta a cometer los actos más arbitrarios sometidos a la mera fuerza, porque no podrá por voluntad propia ni siquiera precautelar su independencia respecto a otros poderes del Estado, ni otros valores inherentes a su majestad. Su interacción estará marcada siempre por la violencia extendida a la sociedad y a las personas o por un orden que se estanca en la barbarie.
La justicia es función noble y esencial del Estado, pues de su eficiencia, rectitud y oportunidad, principios universales, depende la existencia de una sociedad, y el Estado, tiene la obligación de preservarla, de lo contrario, resignaría su condición de tal.
Este es el Observador desde Suecia hacia el mundo. Un Vigilante de la libertad humana. El Vigía por los derechos del hombre, la preservación del medio ambiente, la paz universal.
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lunes, 21 de octubre de 2013
cuando pensamos en J.M.Bakovic lo vemos de fiscal en fiscal, de juez en juez, tratando de encontrar justicia. su calvario fue interminable, siempre estresado tratando de frenar juicios y detener la vorágine que EM desató en su contra. OPINION fotografía la justicia deshumanizada que no repara en el valor de la vida. excelente composición
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