Los izquierdistas de hoy no dejan de sorprender, sobre todo cuando han estudiado en Harvard, como ocurre con el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien estuvo de visita en Bolivia y llevó a su colega boliviano Evo Morales a un terreno discursivo bastante nebuloso, sacándolo de su formato pragmático, contradictorio, pero muy concreto.
Correa debe ser uno de los pocos exponentes de la izquierda que es un rabioso enemigo de los Derechos Humanos y lleva adelante una lucha incansable contra el Sistema Interamericano, al que le ha dado un ultimátum bajo la amenaza de retirarse y con él también Bolivia por supuesto, país al que asume como su ladero. Otra de las nuevas banderas de esta rara izquierda latinoamericana ondea hoy contra la ecología.
En esta posición Correa coincide perfectamente con el mandatario boliviano, pues mientras éste último pretende arremeter contra la reserva del TIPNIS, el líder de la voz delgada, quiere entregarles a las petroleras transnacionales la riquísima selva amazónica de Yasuní. La última perla de este izquierdista tan sui generis, que definió al vicepresidente García Linera como un gran pensador latinoamericano (tal vez por el mismo apego a los sofismas), es el concepto de “extractivismo responsable”.
Los socialistas de pura cepa deben estar confundidos con esta ambivalencia que equivale a afirmar que hay “ladrones buenos” y “ladrones malos”
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