No es que nos falten leyes. Acaba de aprobarse en marzo de este año la Ley 348 que incrementa las penas contra quienes ejerzan violencia hacia las mujeres. No es que haga falta sagacidad legislativa, pues en el artículo de esa norma, se limita el acceso a los cargos públicos a aquellos individuos que incurran en violencia intrafamiliar.
La figura fue precisamente impulsada para combatir aquellos casos en los que los poderosos no solo le tiran palo a sus enemigos políticos, sino también a sus hijos y a sus parejas, tal como ha sucedido con varios funcionarios, diputados, asambleístas y senadores. Tampoco es necesario más discursos, los dirigentes del gobierno se llenan la boca con el país pacifista, con los derechos de las mujeres, con las reivindicaciones de género y unos conceptos de lo más estimulantes.
Acaba de producirse un nuevo hecho que involucra al senador del MAS, Adolfo Mendoza, quien le habría dado una zurra a su esposa que le dejó cuatro días de impedimento. Las denuncias de la mujer indican que no es la primera vez que la golpea. La presidente de la Cámara de Diputados y rabiosa feminista, Betty Tejada, ha dicho que no puede opinar al respecto porque ese es un asunto personal. Personales, igual que los moretones de la pobre dama.
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