La presidenta argentina, Cristina Fernández, ha vuelto a sus actividades normales luego de cinco semanas de licencia médica. Nadie sabe a ciencia cierta el diagnóstico que la llevó a guardar cama, aunque muchos creen que fue uno de sus ataques depresivos ante el advenimiento de la derrota política que condenó al Kirchnerismo a una jubilación anticipada.
La mandataria es conocida por su bipolaridad, es decir, pasa de los ataques de euforia a la depresión con suma facilidad y lo que le ocurrió a la fracción partidaria que fundaron con su marido no es para menos, ya que dos tercios del electorado argentino decidió votar en su contra en las más recientes elecciones legislativas.
Los problemas psíquicos de doña Cristina han sido motivo de comentarios de alto nivel. En el 2010 la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, pidió un informe sobre el estado de la salud mental de la presidenta, quien suele reponerse de sus bajones con compras compulsivas de ropa de famosos diseñadores.
¿Qué la puede haber repuesto de la última recaída que más parece un ataque de menopausia política? Ni bien llegó a su despacho se publicó en los medios que el patrimonio de Cristina Fernández se ha incrementado en un 20 por ciento en el último año.
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