Dado el alma simple e ingenua de ciertas gentes que apoyan a rajatabla a los demagogos, hay una palabra que condensa el miedo para inducirles a que hagan cualquier cosa. No hay nada más que pronunciar esa palabra para que la masa se asuste y se ponga en acción. Decir “derecha” es exactamente como mencionar al propio demonio. Es un comodín de oficio múltiple. Unas veces lo ven como a conspirador; otras, es el “cuco” que sabe de trampas. Se reactiva en tiempos electorales como ahora.
Un ejemplo: los lejanos herederos de don Juan dijeron que formarían como él su propio partido para competir con Evo en las urnas del 14. Pero a todas vistas era un antojo de perro cojo, porque a los cobistas de hoy les falta cojones y músculo para ello. La COB –junth’ucha de varios sindicatos– es masista por definición y, por tanto, su aliada natural. Era simplemente una maniobra para conseguir algo. Logrado el propósito, no tardaron en declararse fieles servidores del “proceso de cambio”. El Partido de los Trabajadores fue simplemente un ardid demagógico.
Ahora la Central Obrera Boliviana (COB), dizque ya no va a organizar su partido porque –según dijo el que oficia de cabecilla– hay el peligro de que vuelva la “derecha” al poder e ipso facto las “bases”, ante la sola mención del “cuco”, han empezado a temblar de miedo. En eso de temblar se parecen, pero por otras razones, a los escuderos del tenebroso Palacio Quemado. ¡Ah, si cayera el jefazo, la felicidad de que disfrutan desde hace ocho años se les tornaría en atroz pesadilla!
A contramano de lo que se define como opositora, la “derecha” actúa como una gran aliada del MAS. Si hemos de atenernos a los hechos, mientras el “monstruo” carga con todo para asegurarse el triunfo, la famélica oposición hace el mayor esfuerzo posible para apoyarlo. El resultado que se espera del cohecho electoral llamado “Esfuerzo por Bolivia” es dudoso, puede salirle un bumerang. En cambio, la oposición que se fragmenta cada día, es la mejor garantía para alcanzar la victoria. Sin el apoyo de la “derecha” se derrumbaría el totalitarismo prorroguista.
Aunque usted no lo crea (al estilo de Ripley), mientras los oficialistas hacen todo para que las personas sensatas no voten por ellos, los opositores juegan al contrapeso de esa actitud: también hacen todo para que el MAS gane nuevamente. No es muy difícil entender que cualquiera de los candidatos opositores, solito, no podrá con el mastodonte; pero ninguno acepta que uno de ellos sea el exitoso; “a que eso suceda, mejor que siga el Evo”. Les domina el miedo a triunfar y se complacen de antemano con la derrota. Así de masoquistas y traidores de sí mismos se pintan los líderes de la “derecha”.
El autor es miembro del PEN Bolivia
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